#FICValdivia La vida que vendrá :Memoria, archivo y utopía en el cine de Karin Cuyul

16.10.2025

por Nathalia Olivares


En La vida que vendrá (2025), la cineasta chilena Karin Cuyul ofrece una reflexión profunda sobre la historia reciente de Chile, utilizando el archivo como herramienta para reconstruir las emociones, los ideales y las frustraciones que han marcado al país en los últimos cincuenta años. A través de una estructura no cronológica y un montaje que fusiona imágenes oficiales con grabaciones amateur, Cuyul construye una narrativa que cuestiona la linealidad histórica y propone una mirada más íntima y visceral del pasado.

El filme se aleja de la nostalgia melancólica al optar por un tratamiento visual en color, lo que otorga una sensación de inmediatez y cercanía con los eventos representados. Esta elección estética refuerza la idea de que la historia no es un relato distante, sino una serie de momentos cargados de emociones y significados que siguen resonando en el presente. La directora evita caer en la solemnidad, permitiendo que la película fluya con una energía que, aunque a veces triste, también está llena de vitalidad y esperanza.

Uno de los aspectos más destacados de La vida que vendrá es su capacidad para integrar diversos tipos de materiales de archivo, desde filmaciones caseras hasta registros oficiales. Esta amalgama de fuentes ofrece una visión plural y compleja de la historia chilena, mostrando no solo los grandes eventos políticos, sino también las experiencias cotidianas de las personas que vivieron esos momentos. La película se convierte así en un acto de resistencia frente a las narrativas oficiales que suelen simplificar o silenciar voces disidentes.

La estructura no lineal del filme invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza fragmentada de la memoria histórica. Los saltos temporales y la yuxtaposición de imágenes de distintas épocas sugieren que la historia no es un relato continuo, sino una serie de fragmentos que deben ser ensamblados para comprender el todo. Esta aproximación permite una lectura más abierta y subjetiva, donde cada espectador puede encontrar sus propias conexiones y significados.

A lo largo de la película, Cuyul plantea la pregunta de cómo seguimos soñando con "la vida que vendrá" en un contexto marcado por el desencanto y la desilusión. Esta interrogante no busca respuestas fáciles, sino que invita a una reflexión profunda sobre las posibilidades de futuro en un país que ha atravesado múltiples crisis y transformaciones. La película se convierte así en un espacio para imaginar alternativas y recuperar la utopía como motor de cambio.

La colaboración entre Chile y Colombia en la producción del filme enriquece la propuesta, aportando diversas perspectivas y enfoques que enriquecen la narrativa. Esta coproducción internacional refleja la necesidad de construir una memoria compartida que trascienda las fronteras nacionales y reconozca las luchas y resistencias comunes en América Latina.

El montaje de la película, realizado por la propia Cuyul, es preciso y emotivo, logrando una armonía entre las imágenes y el sonido que potencia el impacto de cada secuencia. La música, sutil pero presente, acompaña las imágenes sin opacarlas, creando una atmósfera que invita a la reflexión y al sentimiento.

La vida que vendrá es una obra que desafía las convenciones del cine documental, proponiendo una forma de narrar la historia que es tanto intelectual como emocional. Es una película que no busca enseñar, sino provocar, cuestionar y emocionar. En este sentido, se aleja de la pedagogía tradicional del documental para acercarse a una experiencia cinematográfica más poética y subjetiva.

El reconocimiento de la película en el Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICValdivia) subraya su relevancia y calidad. Este premio no solo destaca el talento de Cuyul como cineasta, sino también la importancia de su propuesta en el contexto del cine latinoamericano contemporáneo.

En conclusión, La vida que vendrá es una película que invita a mirar el pasado con una mirada crítica y a imaginar el futuro con esperanza. Es una obra que, a través del archivo, la memoria y la emoción, nos recuerda que la historia no está escrita, sino que está por venir.