#FICValdivia Un eclipse y el caos: La infancia como resistencia en el sur de Chile

por Nathalia Olivares
En su ópera prima, Un eclipse y el caos, las cineastas chilenas Dubi Cano y Samantha Cabrera nos presentan una mirada íntima y poética sobre la infancia, la naturaleza y la transformación en un pequeño pueblo del sur de Chile. Con una duración de 70 minutos, el documental se adentra en la vida de cinco nietos y su abuela, quienes viven atentos a señales misteriosas que parecen anunciar un cambio inminente.
La historia se desarrolla en la región de Aysén, un territorio marcado por su aislamiento y belleza natural. La llegada de las directoras al pueblo, junto con un sueño premonitorio de la abuela sobre un eclipse solar, sirve como catalizador para explorar las dinámicas familiares y comunitarias en un contexto rural. La película se aleja de la narrativa convencional, adoptando un enfoque observacional que permite al espectador sumergirse en la cotidianeidad de los personajes y en la majestuosidad del paisaje.
La dirección de fotografía, a cargo de Dubi Cano, captura con sensibilidad los detalles del entorno y las expresiones de los protagonistas. La cámara se mueve con calma, siguiendo a los niños en sus juegos y exploraciones, y a la abuela en sus momentos de reflexión. Esta cercanía visual refuerza la sensación de intimidad y autenticidad que permea el filme.
El montaje, realizado por Mayra Morán, contribuye a la construcción de una atmósfera contemplativa. Los ritmos pausados y la ausencia de una estructura narrativa lineal invitan a la reflexión y a la conexión emocional con los personajes. La película no busca imponer una interpretación, sino ofrecer un espacio para que el espectador construya su propia comprensión de los eventos que se desarrollan.
El sonido, diseñado por Julián Galay, juega un papel crucial en la creación de la atmósfera del filme. Los sonidos de la naturaleza, como el viento, el agua y los animales, se entrelazan con las voces de los personajes, creando una sinfonía que refleja la interconexión entre los seres humanos y su entorno.
Un eclipse y el caos destaca por su capacidad para capturar la esencia de la infancia en un contexto rural. Los niños, lejos de ser sujetos pasivos, son agentes activos en la narrativa, explorando su entorno, formulando preguntas y enfrentando la incertidumbre del futuro. La película muestra cómo, a través de su curiosidad y juego, los niños resisten las fuerzas que buscan transformar su mundo.
La abuela, figura central en la historia, representa la memoria y la sabiduría ancestral. Sus sueños premonitorios sobre el eclipse solar sirven como metáfora de los cambios que se avecinan, pero también como recordatorio de la importancia de la conexión con el pasado y la preservación de las tradiciones.
El filme también aborda la relación entre lo humano y lo no humano, destacando la importancia de la naturaleza como espacio de aprendizaje y reflexión. La presencia del eclipse solar, un fenómeno natural que marca el paso del tiempo, simboliza la transitoriedad de la vida y la inevitabilidad del cambio.
En términos de estilo, Un eclipse y el caos se inscribe dentro de una tradición de cine documental que prioriza la observación y la escucha. La película evita la sobreexplicación y permite que las imágenes y los sonidos hablen por sí mismos, ofreciendo una experiencia sensorial que va más allá de la narrativa verbal.
En conclusión, Un eclipse y el caos es una obra que invita a la reflexión sobre la infancia, la memoria y la naturaleza en un contexto rural chileno. A través de su enfoque observacional y su sensibilidad estética, el filme logra transmitir la complejidad de las relaciones humanas y la belleza del entorno, dejando una impresión duradera en el espectador.
