Tame Impala redefine la electrónica introspectiva en Deadbeat

25.10.2025

por Nathalia Olivares
 

Con Deadbeat, Kevin Parker regresa con Tame Impala mostrando un cambio notable en su sonido. Los primeros adelantos, "End of Summer", "Loser" y "Dracula", anticipaban una inclinación hacia la electrónica de club y la cultura rave de Australia occidental, marcada por fiestas al aire libre conocidas como bush doof. Aun así, Parker introduce un componente íntimo y personal desde la portada del disco, en la que aparece junto a su hija Peach, de cuatro años, en blanco y negro.

A diferencia de sus primeras obras, que destacaban por la psicodelia expansiva de Innerspeaker o la melancolía romántica de Lonerism, Deadbeat refleja la mirada de un artista que ha dejado atrás la juventud aventurera. Las canciones exploran frustraciones personales, responsabilidades y pérdidas, al tiempo que reflexionan sobre la dinámica familiar y los propios "malos hábitos", como sugiere la letra de "My Old Ways": "Me digo a mí mismo que solo soy humano".

El término "Deadbeat" cobra sentido al referirse a un ser perezoso o inútil, y esta idea se traslada al disco a través de letras que rememoran amores pasajeros y añoran la juventud con resignación. Musicalmente, Parker combina pianos melancólicos con secciones electrónicas intensas, creando una dualidad entre introspección y energía bailable. Los videos de "Dracula" y "Loser" acentúan esta dicotomía, mostrando soledad en entornos tanto familiares como festivos bajo el desierto australiano.

Deadbeat abandona casi por completo el rock psicodélico de guitarras de sus inicios, consolidando la apuesta por la electrónica. En "Oblivion", se perciben matices de reggaetón mezclados con sonidos etéreos, mientras la letra revela ternura al hablar de su hija: "Cuando vi tu cara, me hipnotizaste, bebé. Pude ver mi futuro…". Este contraste entre música de club y momentos de intimidad marca la esencia del disco.

La producción está cargada de sintetizadores vintage, cajas de ritmo y loops hipnóticos. "Dracula" presenta un ritmo bailable con tintes cinematográficos, buscando conscientemente un gancho pop en medio de la atmósfera oscura. Por su parte, "Loser" se inclina hacia un tempo más pausado, con teclados ochenteros y guitarras procesadas, consolidando un groove lánguido que equilibra introspección y baile.

El cierre con "End of Summer" recuerda la estructura expansiva de Currents (2015), mientras canciones como "Not My World" refuerzan la vertiente más lisérgica del proyecto, filtrada a través de sintetizadores pulsantes. En general, Parker opta por un groove lineal y menos rupturas extremas, reflejando madurez y un enfoque más contemplativo en comparación con los breakdowns extáticos de Let It Happen.

Algunos críticos han señalado que Deadbeat es coherente en su estética, pero menos ambicioso que trabajos anteriores. Sin embargo, el álbum también refleja la evolución natural de Parker: su experiencia produciendo para artistas como Dua Lipa, colaboraciones con Gorillaz, Justice y Thundercat, y participaciones en bandas sonoras, marcan la transición hacia un sonido más automatizado, sin perder autenticidad.

En síntesis, Deadbeat consolida a Tame Impala como un proyecto en constante reinvención, aunque con pasos más cautelosos. El disco combina géneros bailables con momentos de introspección honesta, mostrando a Parker vulnerable, cercano y reflexivo. Es un registro que evidencia un nuevo capítulo en su vida, donde la madurez y la nostalgia conviven con la energía de la electrónica de club, ofreciendo una experiencia introspectiva y a la vez rítmica.